La Coronación Diocesana de Ntra. Sra. del Amor y la Esperanza

Por n.h. Isabel María García Guirado

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Corría el año 1983 cuando la Junta de Gobierno de la Hermandad tomo el acuerdo de celebrar una serie de actos con motivo del cuarenta aniversario de la fundación de la hermandad.

Para ello se acordó celebrar una función solemne que estuviese concelebrada y presidida por nuestro Capellán Mayor, Monseñor Don Andrés Pérez Molina, q.e.p.d., el entonces Consiliario de la Hermandad, Don Juan López Martín, q.e.p.d. y el Canónigo de S.A.I Catedral de Almería, Don Antonio Sánchez Gómiz, q.e.p.d.

También para recuerdo de tal efeméride se acordó, entre otros, ofrendar a la Santísima Virgen una presea digna de Ella. Se iniciaron los contactos con el orfebre que le trabajaba a la Hermandad, el desaparecido don Jesús Domínguez Vázquez, q.e.p.d., al objeto de que presentara varias propuestas. Finalmente, se determinó que fuese una corona en plata natural con los escudos del canasto en oro, de estilo barroco, diseñada y cincelada por el citado orfebre.

En esos años, con la incipiente recuperación de la Semana Santa en Almería, los recursos eran muy escasos, y para soslayar este escollo la Hermandad decidió realizar una gran campaña de recogida de plata para poder ver cumplido nuestro deseo. Se recogieron enseres, joyas, cadenas, anillos, cubiertos, etc. Sorprendentemente, la idea caló tanto que se recogieron más de los tres kilos que se necesitaban para su ejecución. La idea de que la Virgen llevara una corona con sus aportaciones ilusionó mucho a todos los hermanos, y fueron muy generosos.

Una vez recogida toda la plata, necesitábamos encontrar un joyero que la fundiera para poder enviarla al orfebre convertida en lingotes. Para esa labor se ofreció generosamente don Manuel Valls López, q.e.p.d., quien tenía una joyería en la calle Real cuyo nombre comercial era Joyería Valls, que hoy día ya no existe. Una vez preparados los lingotes, fueron llevados a Sevilla por el Hermano Mayor, José Luis Cantón Pavón, el Mayordomo General, Pedro Pavón Espín, y por mí, que entonces era la Camarera Mayor.

Toda la obra se realizó tal y como lo había previsto la Junta de Gobierno de la Hermandad, aunque se vivió con un poco de desasosiego porque se acercaba el día y el orfebre aún no tenía terminada la corona. De hecho, el Mayordomo General llegó con ella el mismo día de la imposición, y aunque casi no pudimos ni probársela, pudimos respirar tranquilos porque la corona ya estaba en Almería.

Llegada la víspera de la Coronación, todo era un ir y venir de toda la Hermandad, con los nervios naturales y con el gusanillo en la boca del estómago. Había que procurar que todo saliera perfecto, y que la Reina de nuestros corazones recibiera su corona, donada por el amor de todos sus hermanos.

En aquellos momentos yo era la responsable de ataviar a Nuestra Señora del Amor y la Esperanza para todos los actos, así que tenía que prepararla y ataviarla especialmente para éste, que era tan importante y en el que tantos hermanos tenían puestas sus ilusiones, para que estuviera lo más bella posible.

Se la vistió con lo mejor de que disponíamos en esos momentos. Como saya se utilizó una capa pluvial antigua del ajuar de la S.A.I. Catedral que nuestro Consiliario, don Juan López Martín, solía prestarnos para la salida procesional. El tocado lo realicé con un encaje de blonda blanco donado por una hermana de nuestra Hermandad, y como manto se utilizó el de procesión, denominado “manto de los ochos”. Realizado en terciopelo verde, había sido bordado en los talleres del Sindicato de la Aguja, dirigido por la entrañable Doña Carmen Góngora, quien generosamente lo donó a nuestra Hermandad.

La Priostía colocó a la Santísima Virgen del Amor y la Esperanza en el Altar Mayor de la S.A.I. Catedral, sobre la mesa del tabernáculo, y se acompañó con jarras de flores blancas.

Y por fin llegó el día 15 de diciembre de 1984, sábado. A las 19:30 horas dio comienzo la celebración, con un templo completamente abarrotado de hermanos, autoridades, Hermandades, simpatizantes y fieles en general. La procesión discurrió por la girola de la S.A.I. Catedral, encabezada por los acólitos, a los que seguía la impresionante corona sobre un cojín de terciopelo rojo que portaba el Hermano Mayor, acompañado por el estandarte de la Hermandad portado por el Mayordomo General.

El resto del cortejo estaba formado por la Junta de Gobierno, el Cuerpo de Camareras de la Virgen, con mantilla, un grupo de niños de la Hermandad que portaban una cesta de productos de nuestra tierra, como ofrenda y obra de caridad de este acto. Cerraban la procesión los celebrantes de la Eucaristía: nuestro Capellán Mayor, Don Andrés Pérez Molina, nuestro Consiliario, Don Juan López Martín, y el Canónigo de S.A.I Catedral, Don Antonio Sánchez Gómiz.

En el Ofertorio de la Santa Misa, Monseñor Don Andrés Pérez Molina impuso a Nuestra Señora del Amor y la Esperanza la tan deseada corona, fruto de la fe, devoción y donaciones de los hermanos de la Hermandad. Al finalizar la imposición, todos los presentes irrumpieron en un fuerte y largo aplauso y vivas, a mayor honra de la Santísima Virgen, la Madre de Nuestro Señor Jesús.

Durante la celebración de la Eucaristía, intervino el Coro de la S.A.I. Catedral.

En la misma celebración también se bendijeron otras piezas realizadas por el mismo orfebre de la corona, las cuales también habían sido realizadas con oro y plata donado por hermanos y simpatizantes. Se trataba de las primeras medallas de la Hermandad; las primeras pastas del libro de Reglas, realizado en terciopelo verde con escudo central de la Hermandad y cantoneras cinceladas de orfebrería en latón plateado, guardando en su interior un ejemplar de las Reglas recientemente modificadas y aprobadas; un juego de potencias para el Señor de la Oración en el Huerto, y un aro cincelado para el Ángel Egudiel, que le acompaña.

Al finalizar la emotiva Eucaristía se realizó una multitudinaria ofrenda floral a Nuestra Señora del Amor y la Esperanza, con una gran participación de hermanos y simpatizantes.

Para cerrar este día tan importante para la nuestra Hermandad, celebramos una cena de confraternidad en el Restaurante Imperial, con la asistencia de gran cantidad de hermanos, amigos, colaboradores y hermanos de otras hermandades, concluyendo así este hermoso e importante día para la vida de nuestra Hermandad.

Todas las imágenes pertenecen al archivo fotográfico de n.h. José Luis Cantón Pavón: