En la madrugada del Jueves Santo del 4 de abril de 1996 tuvo lugar un terrible incendio en la Catedral, quedando totalmente destruidas las imágenes del Cristo de Medinaceli y de la Virgen de la Merced, de la Cofradía del Prendimiento.
Un total de cinco pasos, los dos de nuestra Hermandad y los tres del Prendimiento estaban alineados, unos junto a otros, frente al Trascoro y de espaldas a la Puerta de los Perdones. En aquella madrugada se habían recogido después de hacer sus procesiones penitenciales desde la tarde noche del Miércoles Santo. La Catedral ya estaba vacía y cerrada. Sobre las seis de la mañana vieron desde la Plaza de la Catedral como por una de las pequeñas vidrieras junto al techo se veía el resplandor y el tintineo de altas llamas: ¡había fuego!.
El fuego se inició en el paso de la Virgen de la Merced, ardiendo completamente y quedando destruido igual que el del Cristo de Medinaceli que estaba junto al mismo. El siguiente paso alineado era el del Prendimiento que quedó afectado por el fuego.
Por los técnicos se calculó que en el foco del incendio se llegó a una temperatura de alrededor de 1.000 grados, por lo que el conjunto de los pasos que no se quemaron también quedaron seriamente dañados, por ello la policromía de la imágenes de la Virgen de la Esperanza, del Cristo de la Oración en el Huerto y del Ángel que lo acompaña quedaron dañadas.
El torso de Ntro. Padre Jesús de la Oración en el Huerto se abrió por efectos del calor y sus manos se abrieron y agrietaron así como las del Ángel.
La imagen y el paso de Ntra. Sra. del Amor y Esperanza, situado en el extremo de los cinco pasos y junto a nuestra capilla y protegido por el paso del Cristo, no sufrió el fuego pero quedó afectada la policromía de la imagen por el calor, así como todos los elementos y ropas que quedaron negras por el hollín, afectando también a las partes metálicas del paso.
Desde el primer momento se desconoció el origen del incendio y al día de hoy pasados más de veinte seis años no se va a conocer nunca. Los bomberos y la policía local se decantaron por una posible pavesa de un cirio mal apagado o una colilla cercana a la faldilla de uno de los pasos.
El sacristán Antonio Asensio había cerrado la iglesia sobre las cinco de la madrugada asegurándose que no quedaba nadie. Sobre las siete y media de la mañana volvió a la Catedral y al abrir la puerta se encontró con las llamas y el humo que invadían todo el templo:
«Abrí las puertas y vi que todo estaba negro. El Cristo y la Virgen estaban ardiendo. Entré y no conseguía llegar a la sacristía para llamar a los bomberos. Me asfixiaba. Me coloqué un pañuelo en la boca y se me quedó negro como un tizón…»¹
Recuerdo como José Antonio Miras, Hermano Mayor de Prendimiento, cuando se pudo reponer lo primero que dijo al ver la catástrofe fue: Vamos a quitar de aquí el paso del Prendimiento “para no hacerles más daño a esta gente”. Se refería a nuestros pasos, ya que algunas de las imágenes habían caído por el calor sobre nuestro paso de Misterio.
Ya por la tarde de aquel Jueves Santo la asistencia a los oficios fue masiva, no cabía más gente en la Catedral, en una atmósfera casi irrespirable enrarecida por restos de humo, olor a quemado y con todas las paredes y objetos completamente ennegrecidos como carbón. Además de la Junta de Gobierno de nuestra Hermandad, que asistió al completo, lo hicieron un gran número de hermanos.
Nuestras Imágenes Titulares con gran cariño y respeto fueron llevadas a radiografiar a la clínica radiológica de la calle Reyes Católicos para ver los daños reales:
El Cristo presentaba una grieta vertical en el pecho y grietas horizontales desde las rodillas hasta la parte posterior, así como los dedos de las manos dilatados por el calor y pérdida de toda la policromía de la imagen, tanto en la cara como en las vestiduras.
El Ángel también presentaba múltiples grietas en el pecho, espalda y cintura y en la unión de ambos brazos con las alas. Igualmente los dedos de las manos estaban dilatados por el calor y con pérdida de toda la policromía en cara y vestiduras.
La Virgen presentaba también grietas en el candelero y pérdida total de la policromía en cara, cuello y ambas manos.
Se decidió enviar las imágenes para su restauración a la poderosa mano de Luis Álvarez Duarte, a Gínes, (Sevilla). El escultor y artista se mostró encantado especialmente al poder restaurar la Virgen que saliera de la mano de Castillo Lastrucci.
La Virgen volvió el 29 de junio de ese mismo año 1996 y en la misa de acción de gracias se bendijo una diadema donada por los cofrades.
El Cristo y el Ángel, los que más se vieron afectados por el incendio, diremos que de una forma grave, volvieron en un sábado 22 de febrero de 1997 por la noche, siendo recibidos en la Casa de Hermandad por un nutrido grupo de hermanos. Para celebrar el buen final de todas nuestras imágenes se festejó en la Plaza de Bendicho con una traca de petardos para hacerlo extensivo a todo el vecindario.
Luis Álvarez Duarte nos visitó antes de la Semana Santa y pronunció una conferencia en la UAL donde trató ampliamente de las restauraciones llevadas en el Misterio de la Oración en el Huerto y en la Virgen de la Esperanza.
¹ La Voz de Almería, 5 de abril de 1996.